El empleo es la principal variable que mueve las economías, ya que contribuye a activar el consumo y este, a su vez, las inversiones. Además, mejora el poder negociador del empleado y, por lo tanto, el incremento salarial. Se trata pues de un parámetro esencial para pronosticar adecuadamente el momento del ciclo de una economía y, con ello, las probabilidades del crecimiento futuro y su duración.