En un contexto de burbujas históricas, el Private Equity (PE) aparece como una apuesta razonable. Es cierto que los múltiplos EV/EBITDA de las participadas del PE se sitúan hoy un 21% por encima de los históricos (9 veces), pero esa prima es reducida si se tienen en cuenta las enormes primas que aparecen en bolsa e incluso en bonos soberanos o corporativos, que aunque muestran sobrevaloraciones inferiores al PE, también implican retornos históricos muy inferiores. De aquí se deduce que los retornos esperados del PE a futuro serán necesariamente más atractivos que los que pueden otorgar otras clases de activos en múltiplos anómalamente elevados hasta niveles record. De hecho, la evidencia académica apunta cómo, aunque los fondos captados en momentos muy alcistas de mercado, terminan generando rentabilidades inferiores a las históricas, esta evolución negativa se elimina en términos relativos a la bolsa.